Como ya hemos mencionado, no existen claras indicaciones validadas a la hora de consumir CBD que apliquen para TODAS las personas por igual.  En principio, recomendamos que cada persona adapte su consumo a nivel individual comenzando por pequeñas dosis.

A modo general, los expertos coinciden en adoptar un uso diario y regular para maximizar los efectos del CBD. Todo ello, bajo consulta médica en caso de estar tomando un medicamento para asegurar que no haya riesgo de interacciones.

VÍA DE ADMINISTRACIÓN

La forma más común es el uso sublingual. En Canadá, donde el Cannabis medicinal es legal para consumo ingerido, tienen la motto “Start low and go slow,” es decir empieza con poco e ir poco a poco. ¿Por qué? Pues por que cada cuerpo es único y nuestro ECS (Sistema Endocannabinoide) también lo es. Entonces la dosis no es estándar como los medicamentos típicos.

ENCONTRANDO TU DOSIS

Los expertos recomiendan una dosis partida (es decir 3 veces al día, mañana, mediodía y noche) y un uso diario y regular para lograr los efectos. En el caso de sólo padecer trastornos del sueño sin otras comorbilidades, ciertos estudios han optado por tomar una cápsula de CBD por la noche después de cenar.

Por lo general, ciertos estudios como uno publicado por la US National Library of Medicine, comienzan  por administrar dosis de 25 mg/d. De aquí, como hemos dicho, sería cuestión de ir evaluando día a día el efecto y escuchar nuestro cuerpo y en caso de ir modificando, siempre poco a poco.

Lo importante es tener en cuenta que nuestro cuerpo sufre al generarle grandes cambios por lo que variar de manera significativa y abrupta la dosis nunca será beneficioso. De todos modos, hay bastante margen de acción pues incluso hay estudios como uno publicado en British Journal of Clinical Pharmacology que indican que el rango terapéutico se encuentra entre <1 y 50 mg/kg/d, dosis que se podría consider muy elevada para un primer momento.

Una dosis sublingual puede variar para una variedad de pautas:

  • Nuestra relación hasta la fecha con el consumo de Cannabis.
  • Los medicamentos que tomamos
  • Nuestro metabolismo
  • Nuestra edad y peso
  • Nuestra salud mental
  • Nuestra disposición mental
  • La vía utilizada (sublingual, tópico, comestible, vaporizada ect.)

Varias fuentes científicas certifican que el CBD interacciona con otras hierbas y suplementos hipnóticos tales como la melatonina, causando un mayor grado de sedación e hipnosis. A pesar de la poca evidencia y de resultados concluyentes sobre los claros efectos de la sinergia de ambas sustancias, la interacción entre ambas parece darnos alguna clave para plantear en el futuro nuevas investigaciones al respecto.

Cierto es que aunque la investigación se esté acelerando y avanzando en este sentido, las fuentes de revistas y artículos científicos no cuentan con suficiente evidencia como para dar certeza de las indicaciones. Por ello, debemos fomentar la investigación al respecto y el análisis crítico para crecer todos juntos en conocimiento.

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PRECAUCIONES

Si estás tomando otros medicamentos consulta con tu médico para asegurar que no haya interacciones con el CBD. Sobre todo es importante descartar interacciones con otros fármacos metabolizados a nivel hepático, proceso que resultaría en un incremento del fármaco a nivel plasmático (de la sangre). Aún no estando clara la dosis de CBD exacta para la aparición de interacciones, se supone que son casos con dosis elevadas de CBD y en ningún caso con riesgo vital.

Primera parada: Esperanza

 

ESPERANZA GONZÁLEZ EN LA SALA DE SU CASA

Tiene 45 años. Hace dos años le diagnosticaron un cáncer de mama que hoy está en fase de revisión. Llegó al cannabis por medio de su hijo que, cansado de verla sufrir los embates de los tratamientos invasivos de medicamentos y radiaciones, se puso a investigar sobre el tema y le llevó el primer frasquito. Esperanza recuerda: “Me hacían la quimio y me pasaba días enferma. Tenían que ayudarme a subir la escalera, a sentarme, a ponerme de pie, fue terrible… la quimioterapia no es deseable para nadie. A mi hijo alguien le habló del cannabis. Yo siempre he rechazado las drogas y le dije que no quería. Pero él me explicó todo el proceso y me convenció”.
—¿En qué te ayudó el cannabis?

—Puedo certificar que lo utilicé mientras me administraban la quimioterapia y las radiaciones. No bajé de peso; es más, subí, pero no a todos nos ocurre lo mismo. Las gotas me quitaron las náuseas y los dolores de cabeza, pude dormir y me podía levantar sin ayuda de nadie. No digo que el cannabis me quitara la enfermedad, pero me ayuda muchísimo. Estoy donde estoy con la cara que estoy porque tengo mi gota diaria.
—¿Todavía lo tomas?
—Sí, me ayuda a dormir, me balancea. Me tomo dos gotas, una por la mañana y otra por la noche, me relaja bastante. Además, me dijeron que la podía tomar siempre, que mi vida iba a estar igual de bien. Hay por ahí estudios que dicen que adormece las células malignas del cáncer, y si me hace bien, ¿por qué no la voy a seguir tomando?
—¿Tiene más THC o CBD?
—70 por ciento de THC y 30 por ciento de CBD.
—¿Estás de acuerdo con que se use de forma recreativa?
—Todo el mundo tiene derecho a…
—¿Fumar un porro?
—Pues sí, al que le gusta, le apetece. A mí no me gustó. Me gustaría que la juventud tuviera los pies en la tierra. Las decisiones se deben tomar bien. Pero si existe el licor… pues yo respeto a quien le guste fumarse un porro. Ahora, yo quisiera que la marihuana medicinal saliera con todas las de la ley. Debemos dejar de pensar que el cannabis es el diablo. Yo tenía ese prejuicio, para mí “marihuana” significaba vicio. Hoy pienso que tenemos que apoyar esto, es lo mejor.

Segunda parada: don Siervo

DON SIERVO GUZMÁN

“Yo voy a tomar esto hasta que Dios disponga”, me dice don Siervo, anestesiólogo jubilado de 90 años. Su problema es cervical. “Estuve seis meses asistiendo a consultorios de ortopedia y traumatología sin ningún resultado, los analgésicos no me ofrecían ningún alivio. Un día leí en el periódico acerca de los beneficios del cannabis y di con la doctora Paola, quien me recetó una gota por la noche durante una semana y luego una por la noche y una por la mañana, y así, poco a poco, comencé a sentir mejoría un mes después. Ahora estoy prácticamente bien”.

La doctora Paola me explica: “El paciente llega aquí desesperado, porque nada le ha funcionado, y dice ‘A mí no me importa lo que tenga, intente conmigo’. La mayoría ya ha probado de todo: dolores intratables, epilepsia, cáncer, fibromialgia. Uno ve que han pasado de médico en médico, se conocen todas las pastillas que son para una cosa y para otra, entonces a mí me llega alguien que perdió la fe y que encuentra en la marihuana una nueva esperanza. Si yo de entrada le digo, ‘Mire, con esto se va a curar’, soy una irresponsable, porque no se va a curar. Es una nueva herramienta terapéutica muy efectiva a muy bajo precio y con un bajo costo físico, porque hay otros medicamentos que pueden destrozar el riñón o el hígado. Yo no tengo nada en contra de los medicamentos tradicionales de venta en farmacias, pero creo que al paciente hay que darle lo que necesita para garantizar y ayudarle en su calidad de vida”.

Al lado de don Siervo está su esposa Francisca, atenta a todo lo que hablamos. Le pregunto qué piensa de la marihuana medicinal. “Es muy buena. Yo lo vi muy enfermo y lo único que le bajó el dolor fue el cannabis. Incluso uno de nuestros hijos lo está tomando, estaba con mucho malestar, mucho dolor y lo mandamos con la doctora, y después de tomarlas se ha sentido mucho mejor, dice que está durmiendo bien”.

Vuelvo a don Siervo:

—Como médico, usted sabe que el cannabis no es una medicina, es algo alternativo.

—A mí me está sirviendo, eso es lo importante.
—¿Se lo dijo a su traumatólogo?
—Sí, y él me dijo que no tenía conocimiento de esas cosas.
—¿Le dijo que le estaba funcionando?
—Yo le dije que me estaba funcionando.
—¿Y él que le dijo?
—Me dijo que si estaba bien, y no sentía ninguna molestia, siguiera.
—Usted, como médico, ¿qué podría decir de eso?
—Como médico no puedo decir nada respecto al cannabis.

Tercera parada: Lele

LELE, DE CASI CUATRO AÑOS, MIRA LA TELEVISIÓN EN LA HABITACIÓN QUE COMPARTE CON SU MADRE, PAOLA

“La neuróloga a mí me dijo: mire, ya no tenemos nada más que hacer por su hija”, me cuenta Paola, la madre de Valeria, a la que cariñosamente todo el mundo llama Lele.

Lele es una niña de casi cuatro años. Es uno de los casos en los que la marihuana medicinal ha sido un éxito total o un milagro.

A los seis meses de nacida se dieron cuenta de que la nena tenía una especie de retraso: no sonreía, no se sentaba, no mantenía la mirada ni nada. Paola recuerda: “Los médicos no nos prestaban atención porque decían que había nacido muy grande y que por eso se demoraba en el desarrollo. Cuando cumplió un año le hicieron un electroencefalograma y salió que tenía una epilepsia refractaria, un retraso en el neurodesarrollo y un síndrome hipotónico, quizá debido a que en el parto —que fue largo, de casi 12 horas— usaron los fórceps con demasiada presión sobre su cabecita”.

La niña, que no está acostumbrada a ver extraños en su casa, inmediatamente se enamora de mi móvil. Hace gestos de que lo quiere a costa de lo que sea. Se lo doy con la cámara encendida para que se vea en la pantalla. Su madre le dice “Selfiiiie, Lele, selfiiie”. La pequeña pone el móvil en posición y aunque no llega a darle al botón de disparo, hace el gesto de hacerse un selfie.

No habla, solo emite sonidos. Está atenta a todo. Aquella vez que fueron por primera vez a la consulta de la doctora Paola, hace un año, la niña no se podía mantener en pie. Empezó con el tratamiento y sus convulsiones empezaron a espaciarse y se sucedían cada dos meses y medio, cuando lo regular eran dos o tres todos los días. “En febrero del año pasado estaba siendo tratada con cuatro medicamentos diferentes que no le hacían nada. Le dio una convulsión tan fuerte que hasta dejó de hablar, dejó de caminar, lo perdió todo. Hoy solamente toma uno de esos, la carbamazepina, pero se la quiero quitar, aunque la neuróloga, muy reticente al tema del cannabis, me haya dicho que lo haga bajo mi responsabilidad”, me dice Paola.

Desde hace seis meses no tiene una sola convulsión y Paola está segura de que es gracias al cannabis: “Antes yo tenía la maleta lista al pie de la cama porque a cada rato estábamos corriendo a Urgencias. A Valeria le duraban 15 o 20 minutos las convulsiones. Yo le daba unas gotas de clonazepam, pero esa medicina es una cosa psiquiátrica terrible”.

En la habitación está el abuelo de Lele, el señor Guillermo, quien por un artículo leído en la prensa comenzó a investigar. “Ya sabíamos que la doctora Paola estaba tratando a pacientes con cannabis aquí, en Bogotá, así que dije: ‘Juguémonosla, ya no hay nada más que hacer. La marihuana no tiene por qué hacerle daño a la niña’. Y aquí estamos, mire usted. Es que si la hubiera visto antes, no tiene nada que ver, pasó de no poder mantenerse sentada a comer sola, a bailar, correr, saltar; es un terremoto”.

Hoy Paola puede descansar por las noches sin la angustia de las convulsiones: “Puedo salir, tengo vida social; antes no había forma ni de pensarlo. El cannabis nos ha cambiado la vida a toda mi familia, para bien”. Lele se despide de mí con un beso lanzado al aire y una sonrisa que promete.

Cuarta parada: Tadeus

TADEUS, DE 12 AÑOS, POSA DE ESPALDAS EN LA COCINA DE LA CASA DE SUS PADRES

No es su nombre real. No importa. Lo que sí es real es que desde que su padre, Fernando, trata sus convulsiones con aceite de cannabis, la vida de Tadeus, de 12 años, ha dado un giro de 180 grados.

Y para añadir un aliciente más a la fe que Fernando tiene en la hoja de siete puntas, desde hace un mes está cultivando su propia marihuana y ya está investigando cómo procesarla para dársela a su hijo. “Estoy buscando abaratar el costo que tiene el aceite, y si puedo controlar el proceso, mejor. De momento estoy investigando, hay varias maneras, con alcoholes, hasta con gasolina, pero esa no la voy a hacer”, me dice, mostrándome sus cuatro plantas a punto de florecer. (Ver la foto de inicio de este artículo). “Falta que salgan los cogollos; ya la semana entrante aparecen”, sonríe orgulloso.

Son cuatro en la familia. Viven en las montañas del norte de Bogotá. Mientras almorzamos, Fernando me cuenta el origen de las convulsiones de Tadeus. “No hay una explicación, quizá sea el paso a la pubertad, el caso es que Tadeus se nos desconectaba cada dos por tres. Decíamos que estaba elevado, en la Luna. La primera vez, lo regañé. Después de notar que le atacaba con frecuencia, le dije a mi esposa: ‘Yo creo que aquí hay algo raro'”, recuerda.

Lo llevaron al médico y le diagnosticaron epilepsia refractaria, que condena a quienes la padecen a vivir con limitaciones en sus deseos y capacidades.

Pasaron por todas las medicinas y, una vez que Fernando descubrió el cannabis, no lo dudó un instante: “Las medicinas convencionales destruyen el cuerpo y, la verdad, no le estaban haciendo nada; hoy le dejamos el ácido valproico porque le funciona combinado con la marihuana. Ya no tiene convulsiones”.

Fernando no quiere quitarle ninguna de las dos medicinas. No vaya a ser que vuelvan. Es el miedo más común en los padres que tienen hijos que sufren convulsiones. Cada vez que eso le ocurre a una persona, su cerebro se contrae y las capacidades van disminuyendo.

Su madre, Inés, admite que en ciertos momentos “Tadeus tenía una hiperactividad que no era normal, pero no puedo decir que no le haya beneficiado”.

Tadeus es consciente de que toma una droga que está estigmatizada por la sociedad, pero sus reflexiones son de una simpleza inteligente y abrumadora:

—Hola, Tadeus, ¿te puedo hacer unas preguntas?
—Claro, dime.
—Cuando te dan convulsiones, ¿sabes qué te está pasando?
—Sí sé, pero es como si no tuviera sentimientos.
—¿No tienes ni dolor ni nada?
—Nada. No siento nada.
—Te dan una droga que es natural pero que es ilegal en muchos lugares y después te dan otra que está catalogada como una droga legal. ¿Qué piensas tú de eso?
—Que están malinterpretando el uso del cannabis o, más bien, como digo yo: nada es malo, sólo el uso que le da uno al objeto.
—Cuando lo usas ¿hay algún efecto que te moleste?
—Dolor de garganta, pero con un poco de agua se me quita.
—¿Te sientes tranquilo y bien tomándolo?
—Sí.
—Y si alguien viniera a decirte que es malo lo que haces, ¿qué les dirías tú?
—Que el conocimiento es poder.

Es hora de partir y nos vamos todos en coche a la ciudad. Detrás voy con los chicos. Delante, Inés conduce y Fernando es el copiloto. Mientras bajamos, les pregunto a los muchachos si les gusta La guerra de las galaxias. Los dos responden al unísono “Claaaaaaaaarooooooo”. Intercambiamos experiencias con la saga, desde el Episodio I hasta el VI, nos preguntamos cuáles son nuestros personajes favoritos y las escenas que nos han gustado más.

Les digo que cuando yo era un chaval vi la primera, allá por 1977 del siglo pasado. Se burlan un poco de mi “vejez” y hablamos sobre Luke Skywalker y su conflicto moral con la Fuerza.

Llueve a mares, me dejan en una parada de taxis, me despido afectuosamente de Inés y Fernando, hago puñitos con Mario. Tadeus me da la mano, me la aprieta y me dice: “Un gusto conocerte, Luis, que la fuerza del cannabis te acompañe”.

CASOS QUE SE PUEDEN TRATAR CON CBD

ALTERACIÓN DEL RITMO CIRCADIANO

El CBD ayuda a regular el ciclo vigilia-sueño afectado frecuentemente en casos de horarios laborales nocturnos, desequilibrios horarios por viajes… Las alteraciones del ritmo circadiano pueden manifestarse tanto a modo de insomnio como de hipersomnolencia según el tipo de alteración horaria que presenten. En ambos casos, hay evidencias prometedores que indican que el CBD pueda sería beneficioso.

ANSIEDAD

Así mismo, reduce la ansiedad que puede acabar manifestándose como dificultad para iniciar o mantener el sueño. En concreto, permite que la gente que sufre ansiedad concilie el sueño de manera más inmediata y que se evite el despertar temprano en casos depresivos. Según relata Project CBD, en un estudio de 1521 individuos, el tiempo transcurrido hasta adquirir el sueño se redujo de 1 hora a 20 minutos y los despertares nocturnos se redujeron a un tercio con el uso de CBD. Incluso se está estudiando sus posibles beneficios en casos de alteración del sueño por estrés post-traumático.

ALTERACIÓN DE LA FASE REM

Además, parece actuar en la fase REM de movimientos oculares rápidos del sueño y normalizar la latencia del sueño REM, es decir,  el tiempo que tarda un paciente entre que se queda dormido y entra en fase REM, normalmente unos 90-120 minutos. Regular la fase REM podría ayudar a casos de pesadillas, síndrome de las piernas inquietas o incluso en el trastorno del comportamiento del sueño REM.

SOMNOLENCIA DIURNA

Por si fuera poco, las investigaciones también apuntan a que el CBD puede ser beneficioso para los casos de somnolencia diurna.  Los pacientes afectados sufren episodios de sueño intenso durante el día con la necesidad de dormir y gran dificultad de despertar. En esta dirección, se está empezando a estudiar qué tipo de efectos produce el CBD en trastornos del sueño relacionados con la respiración.

 

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Fuente: Vice.com

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